sábado, 5 de marzo de 2011
miércoles, 2 de marzo de 2011
¿porque son inportantes las favulas y los cuentos?
¿porque son inportantes las favulas y los cuentos?
Los cuentos, fábulas, anécdotas, pueden tener un gran valor literario o muy poco, su mayor utilidad son las moralejas o mensajes de enseñanza que
Para propiciar la vida ok desde la niñez, es una de las mejores formas de ir formando en sabiduría a la humanidad. Jesús Cristo, la empleaba con gran sabiduría, lo mismo que Budha, Krishna, Osho y muchos seres ejemplares para la humanidad.
Es importante que los niños puedan deducir por si mismos la enseñanza o moraleja que traen las fábulas o los cuentos. Para reflexionar desde muy pequeños, es necesario que ellos mismos lleguen a la conclusión.
Así, no sólo van aprendiendo, sino dándose cuenta de las diversas situaciones que se le presentan y se les presentarán en la vida.
Los autores de fábulas tienen una gama de formas muy diversas, que van desde hacer hablar a los animales y plantas hasta viajar en alfombras voladoras e ir a otros mundos o universos.
Es muy clásica la fábula de la liebre y la tortuga, de la misma manera el patito feo, el flautista de Hamelin, los tres cerditos. Las fábulas existen en todo el mundo, aquí te contaremos dos de oriente que esperamos que te agraden.
Cuentos con moraleja
Los cuentos con moralejas, pueden se también de la vida cotidiana. Tu mismo puedes escribir tus propios cuentos y fábulas. Para escribirlos puedes partir primero con la moraleja y de allí comenzar a idear las historias.
Otros comienzan con la historia y a medida que se avanza en la inspiración va apareciendo la moraleja. Pero, en ambos casos deben ser para reflexionar, para discernir, buscar la enseñanza que será aplicada a la vida.
Muchos pueblos o etnias, se han formado a través de los siglos con moralejas, como pueden ser tanto para niños como adultos, generalmente son muy cortas
Una fábula
Ejemplo de fábula: Había una tortuga en un pequeño lago y muchos gansos. Pero, ese año hubo una sequía tremenda. Entonces, los gansos decidieron emigrar volando. La tortuga se puso muy triste. Entonces, uno de los gansos tuvo la gran idea de cargarla entre tres gansos llevándola equilibradamente entre sus picos.
Se pusieron de acuerdo y así entre los tres gansos se llevaron a la tortuga con ellos. Cuando estaban volando, la gente comenzó a emocionarse y aplaudían a los gansos, era algo extraordinario, les tomaron fotos y los ovacionaban. De repente, una persona preguntó en voz alta: ¿De qué quién habra sido la idea?.
Entonces el ganso creador de la idea, dijo: “Mía”. Al abrir el pico, originó el desequilibrio y la tortuga cayó.
Moraleja: La vanidad puede producir la pérdida de los amigos.
La zorra y las uvas
Una vez, la zorra pasó junto a un parral y vio que, muy alto, colgaba un racimo de uvas deliciosas.
En seguida, dio un salto para arrancar las uvas, pero no pudo alcanzarlas.
Tomó impulso, saltó más alto, y nada. Saltó muchas veces, como si hubiese tenido resortes en las patitas.
Hasta que, por fin, miró las uvas con rabia y dijo:
- ¡Bah! ¿Quién las quiere? ¡Seguramente están verdes!
Y se fue caminando mientras repetía:
- ¡Están verdes!
Así hacen muchos cuando no saben alcanzar lo que quieren. Se conforman contándose una mentirita. Diciendo "¡están verdes!".
En seguida, dio un salto para arrancar las uvas, pero no pudo alcanzarlas.
Tomó impulso, saltó más alto, y nada. Saltó muchas veces, como si hubiese tenido resortes en las patitas.
Hasta que, por fin, miró las uvas con rabia y dijo:
- ¡Bah! ¿Quién las quiere? ¡Seguramente están verdes!
Y se fue caminando mientras repetía:
- ¡Están verdes!
Así hacen muchos cuando no saben alcanzar lo que quieren. Se conforman contándose una mentirita. Diciendo "¡están verdes!".
El gato y los ratones
El zorro y la cigüeña
El pastorcito mentiroso
El pastorcito tenía muchas ovejas. Las llevaba al campo para que comieran pasto y las cuidaba por si aparecía el lobo.
Las ovejas comían y el pastor se aburría. Un día, para divertirse, se puso a gritar:
- ¡El lobo! ¡Socorro! ¡El lobo!
Los campesinos lo escucharon y, dejando sus trabajos, corrieron a espantar al lobo. Fueron con palos y palas, con horquillas y rastrillos.
- ¿Dónde está ese lobo? -preguntaron.
Entonces el pastorcito se echó a reír.
- Era un lobo de mentira -dijo-. ¡Era una broma!
Los campesinos, muy enojados, volvieron a sus campos.
Días después, el pastor volvió a gritar:
- ¡El lobo! ¡Socorro! ¡El lobo!
Cuando llegaron los campesinos, él les dijo, muerto de risa:
- ¡Era otra broma!
Pero un día, en el campo apareció… ¡el lobo! Un lobo negro que tenía muchas ganas de comer ovejas.
- ¡El lobo! -gritó el pastorcito-. De veras, ¡vino el lobo!
"Otro lobo de mentira", pensaron los campesinos. Y nadie fue a socorrerlo.
El lobo se comió las ovejas más gorditas. Las otras, escaparon de miedo y el pastor perdió todo su rebaño.
Había dicho tantas mentiras que, cuando dijo la verdad, nadie le creyó.
Al que acostumbra mentir, nadie le cree ni cuando dice la verdad.
Las ovejas comían y el pastor se aburría. Un día, para divertirse, se puso a gritar:
- ¡El lobo! ¡Socorro! ¡El lobo!
Los campesinos lo escucharon y, dejando sus trabajos, corrieron a espantar al lobo. Fueron con palos y palas, con horquillas y rastrillos.
- ¿Dónde está ese lobo? -preguntaron.
Entonces el pastorcito se echó a reír.
- Era un lobo de mentira -dijo-. ¡Era una broma!
Los campesinos, muy enojados, volvieron a sus campos.
Días después, el pastor volvió a gritar:
- ¡El lobo! ¡Socorro! ¡El lobo!
Cuando llegaron los campesinos, él les dijo, muerto de risa:
- ¡Era otra broma!
Pero un día, en el campo apareció… ¡el lobo! Un lobo negro que tenía muchas ganas de comer ovejas.
- ¡El lobo! -gritó el pastorcito-. De veras, ¡vino el lobo!
"Otro lobo de mentira", pensaron los campesinos. Y nadie fue a socorrerlo.
El lobo se comió las ovejas más gorditas. Las otras, escaparon de miedo y el pastor perdió todo su rebaño.
Había dicho tantas mentiras que, cuando dijo la verdad, nadie le creyó.
Al que acostumbra mentir, nadie le cree ni cuando dice la verdad.
Un día, el zorro invitó a la cigüeña a comer un rico almuerzo. El zorrito tramposo sirvió la sopa en unos platos chatos, chatísimos, y de unos pocos lengüetazos terminó su comida.
A la cigüeña se le hacía agua el pico, pero como el plato era chato, chatísimo, y su pico era largo, largísimo, no consiguió tomar ni un traguito.
- ¿No le ha gustado el almuerzo, señora cigüeña? -le preguntó el zorro relamiéndose.
- Todo estuvo muy rico -dijo ella-. Ahora quiero invitarlo yo. Mañana lo espero a comer en mi casa.
Al día siguiente, la cigüeña sirvió la comida en unos botellones altos, de cuello muy estrecho. Tan estrecho que el zorro no pudo meter dentro ni la puntita del hocico.
La cigüeña, en cambio, metió en el botellón su pico largo, larguísimo, y comió hasta el último bocado. Después, mirando al zorro, que estaba muerto de hambre, le dijo riendo:
- Por lo visto, señor zorro, le ha gustado mi comida tanto como a mí me gustó la suya.
El zorro se fue sin chistar, con la cola entre las piernas.
Porque el tramposo no puede protestar cuando le devuelven su trampita
A la cigüeña se le hacía agua el pico, pero como el plato era chato, chatísimo, y su pico era largo, largísimo, no consiguió tomar ni un traguito.
- ¿No le ha gustado el almuerzo, señora cigüeña? -le preguntó el zorro relamiéndose.
- Todo estuvo muy rico -dijo ella-. Ahora quiero invitarlo yo. Mañana lo espero a comer en mi casa.
Al día siguiente, la cigüeña sirvió la comida en unos botellones altos, de cuello muy estrecho. Tan estrecho que el zorro no pudo meter dentro ni la puntita del hocico.
La cigüeña, en cambio, metió en el botellón su pico largo, larguísimo, y comió hasta el último bocado. Después, mirando al zorro, que estaba muerto de hambre, le dijo riendo:
- Por lo visto, señor zorro, le ha gustado mi comida tanto como a mí me gustó la suya.
El zorro se fue sin chistar, con la cola entre las piernas.
Porque el tramposo no puede protestar cuando le devuelven su trampita
La tortuga y los patos
La tortuga estaba aburrida de andar siempre por el mismo jardín.
- ¡Ah! -decía-. ¡Cuánto me gustaría viajar y ver mundo! Pero camino tan despacito que no llegaré muy lejos.
Dos patos la oyeron y se ofrecieron a ayudarla.
- Inventaremos un aparatito para que puedas viajar -le dijeron.
Entonces tomaron un palito y, entre los dos, lo sostuvieron con el pico. La tortuga no tuvo más que prenderse con los dientes del palo y los patos remontaron vuelo y la llevaron por el aire.
¡Por fin pudo ver las copas de los árboles, y los techos de las casas!
De pronto, se sintió tan poderosa, tan importante, que empezó a gritar:
- ¡Soy la Reina de las tortugas!
- ¡Miren…cómo… vue… lo!... ¡Miren… cóo… o… o…
Pero, al abrir la boca, tuvo que soltar el palito y cayó a plomo.
¡Pataplúm! Cayó en el pasto y se dio un gran porrazo, tan grande que estuvo dos días quejándose:
- ¡Ay, ay, ay, ay! ¡Por creerme la Reina de las tortugas, ahora soy la Reina de los chichones!
Nunca hay que creerse demasiado importante. Porque se puede subir de repente, como la tortuga. Pero también se puede volver a bajar.
- ¡Ah! -decía-. ¡Cuánto me gustaría viajar y ver mundo! Pero camino tan despacito que no llegaré muy lejos.
Dos patos la oyeron y se ofrecieron a ayudarla.
- Inventaremos un aparatito para que puedas viajar -le dijeron.
Entonces tomaron un palito y, entre los dos, lo sostuvieron con el pico. La tortuga no tuvo más que prenderse con los dientes del palo y los patos remontaron vuelo y la llevaron por el aire.
¡Por fin pudo ver las copas de los árboles, y los techos de las casas!
De pronto, se sintió tan poderosa, tan importante, que empezó a gritar:
- ¡Soy la Reina de las tortugas!
- ¡Miren…cómo… vue… lo!... ¡Miren… cóo… o… o…
Pero, al abrir la boca, tuvo que soltar el palito y cayó a plomo.
¡Pataplúm! Cayó en el pasto y se dio un gran porrazo, tan grande que estuvo dos días quejándose:
- ¡Ay, ay, ay, ay! ¡Por creerme la Reina de las tortugas, ahora soy la Reina de los chichones!
Nunca hay que creerse demasiado importante. Porque se puede subir de repente, como la tortuga. Pero también se puede volver a bajar.
Había una vez un gato muy cazador que no dejaba en paz a los ratones. Los ratones, del miedo, no salían de sus cuevas ni para ir a comprar queso a los ratones queseros.
Un sábado por la noche, el gato se fue de parranda y los ratones aprovecharon para reunirse.
- Tenemos que unirnos y luchar contra el enemigo gato -dijo un ratoncito.
- ¡Vivimos con el corazón en la boca! -dijo otro.
Entonces, un ratón viejo y sabio propuso lo siguiente:
- A este gato hay que agarrarlo dormido y atarle al cuello una cinta con un cascabel. Cuando oigamos ¡tilín! ¡tilín! Sabremos que se acerca. Y cuando no oigamos ¡tilín! ¡tilín! nos pasearemos tranquilos.
Era una idea genial. Todos la festejaron mucho. Pero… ¿quién le ponía el cascabel al gato?
- Yo no sé poner cascabeles -dijo un ratón.
- Yo no sé atar cintitas -dijo otro.
Uno por uno, todos se disculparon. Y, a pesar de que habían aplaudido al ratón sabio, nadie se atrevió a ponerle el cascabel al gato. Porque es fácil decir: "Hay que hacer esto. Hay que hacer aquello". Pero hacerlo es mucho más difícil.
Un sábado por la noche, el gato se fue de parranda y los ratones aprovecharon para reunirse.
- Tenemos que unirnos y luchar contra el enemigo gato -dijo un ratoncito.
- ¡Vivimos con el corazón en la boca! -dijo otro.
Entonces, un ratón viejo y sabio propuso lo siguiente:
- A este gato hay que agarrarlo dormido y atarle al cuello una cinta con un cascabel. Cuando oigamos ¡tilín! ¡tilín! Sabremos que se acerca. Y cuando no oigamos ¡tilín! ¡tilín! nos pasearemos tranquilos.
Era una idea genial. Todos la festejaron mucho. Pero… ¿quién le ponía el cascabel al gato?
- Yo no sé poner cascabeles -dijo un ratón.
- Yo no sé atar cintitas -dijo otro.
Uno por uno, todos se disculparon. Y, a pesar de que habían aplaudido al ratón sabio, nadie se atrevió a ponerle el cascabel al gato. Porque es fácil decir: "Hay que hacer esto. Hay que hacer aquello". Pero hacerlo es mucho más difícil.
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